Según la RAE, un fideicomiso es “la disposición por la cual el testador deja su hacienda o parte de ella encomendada a la buena fe de alguien para que, en caso y tiempo determinados, la transmita a otra persona o la invierta del modo que se le señala”.
De manera similar, el artículo 381 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, lo define como:
“Una operación mercantil mediante la cual una persona -física o moral- llamada fideicomitente, destina ciertos bienes a la realización de un fin lícito determinado, encomendando ésta a una Institución de Crédito”.
[tcb-script async=»» src=»https://pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js»][/tcb-script][tcb-script] (adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});[/tcb-script]
Por lo tanto, legalmente, un fideicomiso se reconoce como un contrato que involucra tres partes:
- 1El fideicomitente o fiduciante. Es la persona que delega determinados bienes de su propiedad a otra persona, para el beneficio de un tercero.
- 2El fiduciario. Es la persona a quien le fueron delegados los bienes para adminístralos de la mejor manera en beneficio de un tercero.
- 3Y, el fideicomisario. Es la persona beneficiaria del fideicomiso.
Por ejemplo, eres el propietario de un inmueble y deseas que su arriendo sirva para ayudar económicamente a tus hijos. En cuyo caso, acudes a una institución financiera que administre el inmueble, su renta y la distribuya entre tus hijos. Es importante que la institución financiera que elijas esté debidamente autorizada para actuar como fiduciaria.
Tu serias el fiduciante, la institución financiera que administra el bien sería el fiduciario y tus hijos los beneficiarios (fideicomisarios).
En todo caso, es el fiduciario quien designa a las personas responsables de la administración del inmueble. Estas personas deben garantizar que se cumpla en todo momento el fin para el cual fue creado el fideicomiso. En el caso del ejemplo, que el dinero generado con el arriendo del inmueble sea repartido, bajos tus condiciones, entre tus hijos.